La crisis del capitalismo aumenta la opresión sobre los países explotados, sometiendo a su población a altos niveles de miseria y violencia. Es así como se empuja el éxodo de las regiones más pobres a los centros de desarrollo capitalista. De esta manera van las embarcaciones de África a Europa por la ruta del mediterráneo, los mojados a través del rio bravo o los sudamericanos atraviesan la selva del Darién.
Venezuela durante el gobierno del chavismo entre 1999 y el 2014, percibió ingresos por el orden de 960.589 M$ a promedio de 56.500 M$ anuales; la crisis mundial del 2008 con la consecuente caída de los precios del petróleo hicieron pasar los ingresos venezolanos de 40.000 M$ en 2014 a 12.000 M$ en 2015. Por su parte las reservas internacionales, que llegaron a ser de casi 50.000 M$ en el 2008, cayeron a menos de 10.000 M$ en el 2023. Así mismo, la crisis presentada dejó en evidencia el nulo plan de desarrollo productivo del chavismo que solo vivió del rentismo y cuyos ingresos fueron despilfarrados entre una economía importadora y la corrupción.
Con una torta muy pequeña de repartición entre la burguesía tradicional y la chavista, el gobierno descargó un plan de ajuste económico sin precedentes a partir del 2012, llevando a la población a niveles de miseria comparables a economías de países en guerra y pobreza extrema. Esta situación, finalmente desembocó en una emigración desmedida y útil para Maduro como válvula de escape al descontento social. En cifras de la ONU y la CEPAL la emigración venezolana para diciembre de 2024 era de 7,89 millones de personas con un máximo de 1.5 millones de personas en el 2023 cuando atravesaron el tapón del Darién.
Por su parte, en EEUU, el presidente Trump realizó como promesa de campaña, un plan de control de inmigrantes, a quienes responsabiliza de ser parte de los problemas que sufre la población norteamericana. Tomando, ya en el poder, un conjunto de medidas como: suspensión del sistema automatizado CBP One, que permitía solicitudes de asilo, fin del TPS y Green Cards, el cambio del parole humanitario, campañas de redadas, arresto y vuelos de deportación a países de origen y a El Salvador. En EE.UU. se calcula la presencia de migrantes indocumentados en 11 millones siendo 320.000 de nacionalidad venezolana (cifras de la DNS).
Aunque Trump ha sido el que más alharaca ha hecho sobre el tema de los inmigrantes tiene un camino largo para ponerse a la par de sus antecesores. Bush en sus dos mandatos y con la excusa de la amenaza terrorista deportó alrededor de 10 millones de personas; Obama 8 millones en 2 mandatos y Biden 4,5 millones con la excusa del coronavirus. Con esto hacemos notar, que la política de repatriación de Trump no es nueva, lo que es nuevo es el espectáculo alrededor de la misma.
Trump en su nueva etapa presidencial, ha traído el tema de a la inmigración como un tema central. Su discurso está centrado en identificar al inmigrante ilegal como el causante de problemas al interior de la sociedad norteamericana, como son el aumento de la criminalidad, aumento del costo de la vivienda, desempleo y la desmejora general de condiciones de vida, siendo esta acusación estadísticamente incongruente e indemostrable pero útil para crear un enemigo sin voz a quien achacar las consecuencias de la crisis económica interna de la potencia imperial.
Las medidas contra los indocumentados también le permiten disciplinar a la nueva masa inmigrante de trabajadores, creándoles un temor por sus estatus, manteniéndolos lejos de participar en actividades que cuestionen los planes gubernamentales (participación en protestas, participación en organizaciones de lucha, etc.) y les impide desarrollar una condición de minoría critica o rebelde dentro de la sociedad norteamericana. El tema le ha sido tan versátil y tan útil, que le ha servido para sofocar las manifestaciones pro palestinas en las universidades, persiguiendo profesores y estudiantes extranjeros, haciendo el tema del inmigrante muy útil como herramienta de control social.
Por otro lado, los inmigrantes también son utilizados como arma en el nuevo orden geopolítico que pretende escribir Trump. La deportación se suma a la amenaza de imponer aranceles que sirven para presionar públicamente a gobiernos para que reescriban acuerdos con los Estados Unidos. En el caso venezolano, la presión para realizar repatriación, se suma a las reiteradas amenazas del finiquito de la licencia que permite a las empresas extranjeras explotar petróleo venezolano.
A la fecha, en más de tres meses han regresado a Venezuela, vía deportación, alrededor de 1500 venezolanos. A esa frecuencia, se necesitarían unos 50 años para traerlos a todos, lo que nos da a entender que ese no es el resultado esperado. El objetivo es crear una presión sobre Maduro para que acepte los términos y acuerdos impuestos por Trump y cuyo objetivo final es sumar una ventaja más frente a la guerra internacional por los mercados.
Para complicar más la situación de los migrantes, en una resolución sin precedentes de cooperación represiva y desaparición forzada, los venezolanos detenidos en EEUU han sido deportados a El Salvador y recluidos en el centro contra el terrorismo CECOT. En total suman alrededor de 252 personas de las cuales no se han dado a conocer sus identidades y son acusados de criminales sin prueba alguna.
En el Salvador, Bukele, saca provecho de los inmigrantes con la reclusión ilegal de los deportados en el CECOT, convirtiendo a este centro en un pequeño Guantánamo y dejando incomunicados y en un limbo legal a decenas de venezolanos. Bukele ha obtenido de esta manera el apoyo, respaldo y silencio del gobierno estadounidense sobre las acusaciones de violación de derechos humanos, y las acusaciones de autoritarismo en un país que se encuentra bajo un estado de excepción que dura ya tres años. Por otro lado, Bukele ha conseguido legitimar y negociar el uso del CECOT, recibiendo 20.000 $ anuales por preso más un pago extra por el servicio (según información de AP).
El chavismo ha reclamado la detención de los venezolanos en el CECOT convirtiéndolo en su bandera política y en el discurso central del día del trabajador, omitiendo cualquier comentario sobre la situación laboral venezolana. Por su parte Bukele ha contestado con una propuesta de intercambio por presos políticos, lo que muestra el desprecio hacia la situación legal de los detenidos, evidenciando que estos son finalmente mercancía para la negociación.
En Venezuela, la proyección de crecimiento económico en este 2025 está sometida a la decisión de Trump de permitir las operaciones petroleras de Chevrón en el país. De no darse ese escenario se proyecta un aumento de la emigración venezolana. Para los EEUU la migración es ingreso de mano de obra barata que nutre sus fábricas con trabajadores sin derechos que a su vez son utilizados para mantener bajos los salarios y debilitar la capacidad de negociación de la clase trabajadora local. Se calcula que actualmente el 18% de la fuerza laboral norteamericana es inmigrante y el 5% es inmigrante indocumentado. La deportación es usada como una herramienta de control social y en este caso especialmente para convencer al ciudadano norteamericano de la responsabilidad del inmigrante en la desmejora de su nivel de vida, haciéndolo ver como su enemigo en lugar de responsabilizar de la desmejora de sus condiciones de vida a la burguesía que es quien sostiene y defiende el sistema capitalista.
El ataque hacia los inmigrantes también impide la unidad de la clase trabajadora norteamericana con la inmigrante que es igualmente explotada y la deportación es una manifestación extrema de esta estrategia divisiva. El gobierno norteamericano sabe que las medidas económicas que implementa Trump, agitarán el descontento social con protestas y huelgas obreras, sus medidas antinmigración buscan impedir que la masa obrera inmigrante se sume a la resistencia contra el ataque a los derechos laborales que ha emprendido el gobierno para hacer a EEUU más competitivo frente al sistema de producción chino.
El capitalismo utiliza las fronteras y las distinciones nacionales para dividir a la clase trabajadora al enfrentar a trabajadores nativos contra los inmigrantes, dificultando la unidad de clase y debilitando su poder colectivo frente al capital, las consecuencias de la guerra comercial la resienten los obreros de todo el planeta, las medidas son descargadas sobre el obrero venezolano, norteamericano, el chino o el europeo y la unidad de la clase trabajadora mundial es una seria amenaza al poder que ostenta la burguesía.
La unidad y solidaridad obrera es crucial para evitar el desastroso futuro que se cierne sobre nosotros. El capitalismo solo nos ofrece guerra mundial, hambruna y destrucción. Solo la movilización activa y revolucionaria de los trabajadores, guiada por un programa marxista, podrá derrocar el poder de la burguesía y la inminente catástrofe que se avecina.
Adrian Ortiz
CSR – El Topo Obrero
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