La elección de Chávez en 1998 fue consecuencia de la intensificación de la lucha de clases, producto de la aguda crisis económica y política venezolana de los años 90, que tuvo su comienzo dramático con el viernes negro de septiembre de 1983 y fue avanzando en esa década y la siguiente.
Hechos como el estallido seminsurreccional del 27 de febrero de 1989, el intento de golpe de estado del 4 de febrero de 1992, la destitución en 1993 del presidente en funciones "Carlos Andrés Pérez (CAP)", la elección de Rafael Caldera sin contar con un partido político, reflejaban el agotamiento del pacto de punto fijo y los partidos políticos que los representaban. El descontento de las masas, el miedo a una explosión social como la del 89, la fractura en las fuerzas armadas, fueron el escenario necesario para que la candidatura de Chávez no encontrase obstáculo en la llegada al gobierno. Su propuesta de reformas encontró eco en la población y la burguesı́a con sus candidatos desgatados no la pudo detener.
Chávez emergió como solución a la confrontación entre las clases, iba a servir para lavarle la cara a la democracia burguesa y detener el ascenso de las masas que se manifestaba constantemente protestando en las calles, sin contar con una dirección revolucionaria que se plantease la toma del poder.
Chávez, no provenía de la burguesía. Su origen era pequeño burgués y logró, ante la falta de alternativa socialista, capitalizar el descontento social existente. Desde sus discursos iniciales el planteamiento era el de un gobierno nacionalista, que mejoraría el funcionamiento del Estado, combatiría la corrupción, haría una mejor administración de los recursos, gobernaría en armonía con el sector privado, mejoraría los beneficios sociales que la burguesía entregaba al pueblo y que se habían visto disminuidos por la crisis petrolera de la época. En pocas palabras gobernaría para los intereses de la burguesía, buscaría una conciliación de clases, que no es otra cosa que paz para que los empresarios puedan llevar a cabo el proceso de explotación en calma.
El gobierno de Chávez era molesto, por no seguir al pie de la letra el rumbo de los gobiernos más neoliberales, pero era tolerable por una burguesía que veía como perdían espacio político sus partidos tradicionales y credibilidad todas las instituciones del Estado. Mientras tanto Chávez conseguía apaciguar a las masas, dirigirlas por vías democrático-electorales y rescatar la imagen del Estado comenzando por la de las fuerzas armadas. Su estructura civil, el movimiento V República, era una amalgama de sectores de izquierda, pequeña burguesı́a, pequeños partidos burgueses y sectores que aspiraban a una mayor parte en la repartición del Estado, que paulatinamente iba ganando espacios de participación dentro de las instituciones que aún se mantenían bajo control de partidos políticos tradicionales. En esta primera etapa el gobierno de Chávez, un gobierno bonapartista nacionalista, trata de hacer uso de la estructura ya existente del estado para lanzar sus reformas, cambios en la constitución, nuevas leyes, como la ley de tierra y la ley de pesca e hidrocarburos, reestructuración de las FAN (Fuerzas Armadas), búsqueda de acuerdo con la empresa privada para mejorar la producción, son sus principales banderas.
Chávez sentía de las bases que le habían llevado al triunfo electoral, la presión de realizar acciones que mejoraran sus condiciones de vidas, una de las razones por las cuales le habían votado. Para esto necesitaba recursos y las arcas del estado estaban vacías. La situación le llevó a caer en contradicción con la burguesı́a nacional e imperialista cuando decidió disputarles la administración de la principal fuente de ingreso de la nación y patrimonio estratégico de la potencia imperialista, PDVSA (Empresa petrolera del estado). Esta disputa desata su primera gran confrontación en abril de 2002 y, que luego es repetida durante el paro petrolero del mismo año, y ante el cual los sectores más pobres de Venezuela, la mayoría, se politizan y se lanzan a la calle en defensa de Chávez, retando a empresarios, fuerzas armadas, partidos políticos tradicionales y los planes de la potencia imperial. En este momento con las masas en ascenso y con la idea de golpear a la burguesía, Chávez tiene la oportunidad de dar un salto cualitativo frente a la intensificación de la lucha de clases, pero sigue fiel a su carácter y decide no tomar ese camino, perdonar a la burguesía , detener a las masas, cuidar la estructura del estado burgués y no provocar al imperialismo. Lo que pudo ser un avance en quitarle mucho del control del Estado a la burguesía, Chávez lo convirtió en un camino de conciliación, pero ahora desde una posición de mayor poder, que se lo garantizaba la enorme base social que se agrupaba en su defensa y un cada vez más fiel sector de las fuerzas armadas. Detenido en seco este ascenso de las masas, el gobierno de Chávez entra a su segunda etapa y desarrolla su carácter bonapartista “sui generis”. Su gobierno, ante los desacuerdos con la burguesía nacional e imperialista, ante la inercia de la estructura del estado, no tiene otra opción que sostenerse en las masas y el sector más fiel del ejército para resistir los golpes. Ante las agresiones imperialistas empuja movilización de masas y desfiles militares para demostración de fuerza. A la ofensiva de la oposición le contraponía la movilización de sus bases y el escenario electoral que le era ampliamente favorable. Ante la negativa de la burocracia del estado de cumplir sus planes, le coloca organismos en paralelo que le dan continuidad a su proyecto y que es llenada con organizaciones y miembros surgidos de su activa base social.
Comprometida su permanencia en el gobierno con sus bases, Chávez debió hacer concesiones a la clase trabajadora que pedía profundizar cada vez más en medidas que les traspasara poder del estado. Aunque se vio en estos años avances importantes como beneficios en materia de salud, acceso a la educación, elevación de nivel adquisitivo, auspiciados por los altos precios petroleros y la falsa nacionalización de algunas empresas, el lema de “poder para el pueblo” fue solo una ilusión. Las organizaciones presentadas a la población para participar en la gestión del estado siempre fueron fuertemente dirigidas y controladas por el gobierno. En el ámbito comunal, obrero, estudiantil, militar se desarrollaron organismos que contribuían a la consecución de los planes de gobierno, pero nunca como una propuesta independiente, más bien como la última oficina del funcionario público. Las instituciones del Estado pasaron a ser ocupadas por los sectores más fieles de civiles o militares y así fue obteniendo el control hegemónico del estado.
Chávez comienza a reconstruir y a lavarle la cara al estado burgués. La población vuelve a creer en el CNE (Consejo Nacional Electoral), en los gobernadores y alcaldes como medio para la solución de los problemas, y le da una nueva imagen a las fuerzas armadas que habían quedado como enemigo del pueblo desde el 89. El plan de recomposición del Estado burgués va avanzando y los puntos de encuentro con la burguesía también. Chávez sigue lanzando puentes para poder conciliar y pasar a la colaboración y reconstitución completa del estado. Acuerda entrega de recursos a empresarios privados mediante mecanismos de financiamiento como créditos a través de la banca pública y privada, así como también la entrega de dólares preferenciales, de los cuales también se benefició la nueva burocracia del Estado. La banca obtiene las mayores ganancias de la historia gracias a las libertades que otorga Chávez. Se crean espacios de participación a empresarios venezolanos del cual es referencia Gustavo Cisneros. El capital internacional no se queda afuera y se inician las llamadas empresa mixta con la cual le otorga a las grandes trasnacionales participación del 50% en los procesos de explotación petrolera. Desarrolla el tratado de doble tributación y un montón de beneficios que le van convirtiendo en el mejor agente de la burguesía y el imperialismo.
La crisis mundial de 2008 tira los precios petroleros al suelo e inaugura el inicio de una tercera etapa. Ahora el gobierno de Chávez debe decidir hacia quien traslada el costo de la crisis ¿hacia la clase obrera o hacia la burguesı́a? Los negocios y acuerdos con la burguesía nacional e imperialista no son tocados, al contrario, aumentan los planteamientos para conseguir mayor inversión en el país . El gobierno lanza propuestas como las áreas especiales económicas, el otorgamiento de licencias de explotación y comercialización petrolera a privados y la defensa de estos acuerdos con leyes como la de seguridad alimentaria que limita la capacidad de lucha de los trabajadores de este sector. Comienza la desmejora y abandono de las misiones sociales, colocan limitaciones a las estructuras sociales que habían sido creadas como los consejos comunales, comienza un aumento desmedido de precios de alimentos y productos básicos sin que el gobierno ponga freno, se limita el acceso del ciudadano a los dólares preferenciales, aumenta el control sobre todas las formas de organización popular y las que no puede controlar, como los sindicatos, le busca contraponer nuevas estructuras como los consejos productivos de trabajadores o el lanzamiento de centrales burocráticas como la CSBT (Central Socialista Bolivariana de Trabajadores) que aunque aglutinó buena parte de las direcciones obreras no termina de controlar al movimiento obrero venezolano. Seguidamente el gobierno comienza a enfrentar a los trabajadores, histórica es aquella asamblea en Guayana donde por primera vez los trabajadores pitan al presidente Chávez. Comienzan los ensañamientos contra cualquier crítica o disidencia. Las organizaciones populares pasan a ser controladas más directamente por los militantes más fieles del partido. Sectores como distribución de alimentos pasan a ser controlados por militares; figuras militares son separadas de sus cargos para ocupar puestos institucionales o participar en elecciones populares.
A la muerte de Chávez, el carácter “sui generis” del gobierno ya se ha perdido y un gobierno bonapartista reaccionario es el que continúa gobernando el país. Se apoya en el aparato burocrático del Estado y los componentes de las fuerzas armadas. El gobierno poco necesita de su base popular. Las estructuras de participación popular a altos niveles son presididas en su mayoría por militares; los mismos pasan de liderar empresas del Estado a crear empresas propias de las FAN. Maduro gana las siguientes elecciones por una escasa mayoría y la oposición ve la oportunidad de tomar el gobierno. La campaña “la salida” arranca en 2014 y Leopoldo López se pone la cabeza. Ya Maduro no convocará movilizaciones populares para enfrentar a la oposición; con la GNB (Guardia Nacional Bolivariana) son sofocadas las protestas y comienza a adquirir mayor protagonismo los llamados “colectivos” como bandas de choque. En el 2015, es la oposición la que lleva la iniciativa en las calles y por primera vez supera al chavismo en convocatorias. Este crecimiento culminará con una victoria de la oposición en las elecciones de la AN (Asamblea Nacional), y será la primera vez que el PSUV (Partido “chavista”) tendrá que compartir gobierno en minoría. En el 2017, salen a la calle nuevas protestas opositoras llamadas “guarimbas”. En esta ocasión los colectivos asumen un papel más determinante como grupo de choque y la GNB enfrenta a la oposición en la calle. Maduro en su enfrentamiento con los partidos políticos opositores comienza a utilizar las instituciones del estado para contraponérselas. Es así como el TSJ (Tribunal Supremo de Justicia) invalida las acciones de la AN opositora y presenta resoluciones que van desde el desconocimiento de directivas de partidos hasta el nombramiento de un nuevo CNE. El nuevo CNE maneja los tiempos electorales y retrasa procesos en el momento en que el escenario no le favorece al gobierno, le aprueba al gobierno una solicitud de elecciones para la Asamblea Nacional Constituyente que nadie había pedido y que se anteponían a otras establecidas, pero es lo que exige Maduro para poder gobernar sin depender de la AN opositora. Las elecciones se organizan bajo un formato novedoso, diferente de la tradición electoral venezolana y Maduro las gana de forma abrumadora. De esta manera las elecciones venezolanas se realizan cuando el gobierno decide que puede ganarlas o bajo las condiciones que le permite ganar.
Al ataque imperialista ya no se responde con concentraciones populares como lo hacıá Chávez; a estos ataques responde dando demostraciones de fortalecimiento de vínculos con paı́ses rivales de EEUU, como China, Rusia e Irán. La estructura de participación social se ha visto reducida a solo la militancia del partido; Maduro lanza los comités locales de abastecimiento popular (CLAP), pero de un inicio impone su dirección sobre el control del organismo. Estamos en la consolidación de la tercera etapa. El chavismo ya no necesita de su base social para gobernar, la burocracia y el ejército le permite mantener el control sobre la población. En los últimos años su ataque al movimiento obrero y popular se hace cada vez más abierto, las manifestaciones en protesta por servicios públicos son reprimidas, sus dirigentes puestos presos mediante grupos comandos de la policía o el ejército. Dirigentes sindicales son apresados por protestar o denunciar, como Rubén Gonzáles y Eudis Girot. En esta etapa Maduro le asesta a la clase obrera uno de sus golpes más duros, destruyendo el salario y las contrataciones colectivas, dejando sin sus principales armas a los sindicatos. El accionar policiaco se hace presente y su carácter bonapartista reaccionario comienza a caminar a medida que su compromiso con los intereses del capital extranjero también lo hacen. Recientemente aprobó una ley antibloqueo que le da derecho de apresar a cualquier persona que se oponga a la aplicación de la misma, cuando esta ley es una entrega abierta de los recursos del Estado.
El chavismo desde un inicio fue un gobierno burgués, que gobernó basado en un régimen bonapartista “sui generis”. Apareció como resultado de la crisis político económica de los 90 que la burguesía venezolana no pudo resolver, y sirvió para canalizar el ascenso de las masas que, de no haber aparecido Chávez, pudo haber terminado en otro estallido social como el del 89, y hoy en dı́a los dirigentes del chavismo no tienen desparpajo en decirlo abiertamente “Nosotros somos la garantía de que el pueblo no barra con la burguesía ” “Para que la burguesía pueda seguir teniendo sus propiedades necesitan que nosotros (los chavistas) continuemos en el poder”, se ha escuchado una y mil veces en sus discursos. Chávez reconstruyó el estado, y se apoyó en las masas gracias a la falsa expectativas creada con la entrega de beneficios sociales, su enfrentamiento con los partidos políticos tradicionales de la burguesía y a la ausencia de un partido revolucionario de combate dispuesto a la toma del poder. En la medida en que, debido a la crisis económica mundial, fue cayendo el precio internacional del petróleo junto con el del resto de las commodities, el gobierno chavista fue perdiendo su margen para hacer concesiones y su accionar se fue ajustando a los intereses de los capitalistas, y las diferencias abiertas con la burguesía fueron cerrando, aunque esta última nunca aceptará a un presidente que no pueda controlar al 100%.
El gobierno chavista no es un gobierno de los representantes políticos directos de la gran burguesía venezolana, porque es una camarilla pequeñoburguesa advenediza, que no se ha conformado con prestar servicios políticos a los capitalistas (por los cuales cobra y cómo, a través de todos los mecanismos de corrupción) sino que también se ha transformado en una nueva burguesía junto a los empresarios lúmpenes amigos del poder, en una “boliburguesıá ” que compite. con el apoyo del estado, por los negocios que son la fuente de las ganancias de la burguesía tradicional. Aunque no representa directamente los intereses del sector más poderoso de la burguesía nacional e imperialista, y no sigue al pie de la letra el camino que le traza la potencia imperial, se esfuerza y muchísimo para ser aceptado como su nuevo representante tratando de satisfacer sus principales requerimientos.
El no ser representante directo de la gran burguesía venezolana ha hecho que su accionar afecte los intereses de la potencia imperialista, cuando beneficia a su rival comercial, China, creando una seria diferencia que aún no ha tenido su punto de definición. El gobierno de Maduro, hoy por hoy, es un gobierno abiertamente entreguista. La política de devolución de empresas y entrega de recursos del estado, disfrazado de asociaciones estratégicas, tienen ya un carácter legal. Con la ley antibloqueo, aprobada por la desaparecida asamblea constituyente, garantiza el marco legal que necesita para la entrega del país , apoyado en esta ley, ha llamado a los inversionistas internacionales a participar en la repartición y ya ha anunciado a empresas de Turquía , India, China, Rusia y algunos paı́ses de Europa como invitadas al festín. Extendiendo el llamado a su archienemigo, el capital estadounidense para la inversión petrolera, gasífera y petroquímica. La banca internacional no se queda por fuera, Maduro ya planteo reestructurar la deuda externa con los acreedores ante los cuales se encuentra preocupado porque los mismos han dejado de percibir 110.000 millones de dólares a causa de las sanciones.
Para el chavismo poder llevar a cabo todo su plan, todavía tiene una tarea pendiente que viene ejecutando de manera sistemática, destruyendo el salario, desconociendo contrataciones colectivas, obstruyendo el funcionamiento de los sindicatos y persiguiendo a sus dirigentes, para poder terminar el plan de entrega, Maduro debe aplastar a la clase obrera, y esa batalla aún se está peleando. Solo la clase obrera organizada puede vencer los planes y pretensiones de este gobierno. Desde el Topo Obrero hacemos un llamado a unir fuerzas y organizarnos bajo las banderas de lucha que se opongan al plan de austeridad, que el gobierno nos está haciendo pagar, y por las reivindicaciones y necesidades de la clase trabajadora. En la lucha contra el gobierno chavista, los trabajadores debemos confiar en nuestras propias fuerzas y organizarnos de manera independiente de los partidos políticos de la oposición burguesa y proimperialista. Nuestra organización como clase independiente deberá ser no sólo para la lucha sindical y por las reivindicaciones más inmediatas, porque, como lo indica la experiencia estas no se pueden sostener con el poder económico y estatal en manos de un partido o movimiento de nuestros enemigos de clase. Es decir, paralelamente a la lucha reivindicativa debemos construir nuestro propio Partido de Trabajadores para luchar por el poder, ya que solo bajo un gobierno obrero en un Estado Obrero y Socialista en el cual se haya expropiado a la burguesı́a y al imperialismo, tendrá solución los problemas fundamentales del país.
CSR-El Topo Obrero febrero de 2021
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